CUBA libri.Torna “Cimarrón – Biografia di uno schiavo fuggiasco” di Miguel Barnet

Che bello tuffarsi nuovamente tra le pagine della Cimarrón- Biografia di uno schiavo fuggiasco dell’etnologo e scrittore Miguel Barnet di cui è appena stata pubblicata la nuova e bella edizione italiana a cura di Elena Zapponi, presentazione di Italo Calvino per i tipi della Quolibet edizioni di Macerata

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Messico/Cuba. Danzòn e Veracruz

23. dicembre 2022 – 18:46No Comment
Messico/Cuba. Danzòn e Veracruz

Una investigación sobre los orígenes de un ritmo cubano que cambió la forma de entender el baile y los ritmos caribeños en México. Por José Reyes Fortun (Coleccion Gladys Palmera, 19 diciembre 2022) . Interessantissima ricerca sull’entrata a Veracruz del Danzòn cubano. CONSIGLIATISSIMA la lettura.  Gladyspalmera.com

 

Ringraziamo la direzione di GLADYS PALMERA per la ripresa di parte dell’articolo di José Reyes Fortun

Por años, importantes estudiosos han diferido acerca de los rastros del danzón en México. Convertido en la segunda mitad del siglo XX en icono genérico, distintas versiones (algunas encontradas) motivaron esta investigación de un hecho musical que por años, en gran parte, ayudó a hermanar las culturas musicales de Cuba y la tierra azteca.

Muchos investigadores consideran que el cadencioso género instrumental-danzario, entró en México por el importante puerto de Veracruz en fecha imprecisa del entrecruce de los siglos XIX y XX. Algunos otros, estiman a Puerto Progreso, Yucatán, como punto exacto de tal hecho. Lo cierto es que en esos años tempranos de la centuria pasada ya el danzón se podía disfrutar en la capital mexicana.

Asimismo, muy pocos difieren que a escaso tiempo de su presencia en el Puerto de Veracruz, casi simultáneamente, se conoció en Villahermosa, Mérida, y otros importantes puntos del interior del país.

Hasta el momento, se presta especial atención a la presencia en México de la compañía artística cubana Bufos Habaneros, como posible vehículo introductor del danzón en este país.

Irrefutables argumentos obligan a tomar en cuenta este suceso, pues dicha agrupación artística, a partir de conocido el danzón en Matanzas de manera abierta (1879), lo incorporó casi de inmediato a su repertorio. No por gusto se toma en consideración el año 1882, momento en que ellos giraron por tierra veracruzana y Ciudad de México, presentando esta novedosa forma músico-danzaría surgida en Cuba. Sin embargo, para otros en realidad no fue hasta 1884, que se conocería el hecho cuando en el legendario Teatro Principal de la capital mexicana, la compañía Bufos Habaneros dejaría escuchar por primera vez una pieza titulada Danzón, la cual se afirma, quedó reseñada en un programa.

Por otra parte, el académico mexicano Bernardo García Díaz piensa que, después de escuchado el danzón por primera vez en Cuba, un año posterior, en la Plaza de Armas de Veracruz se conoció uno titulado Malaca, ejecutado por una banda local, de ser así, de cierta manera se estremecen las fechas anteriores hasta entonces esgrimidas como ciertas por varios investigadores.

Búsquedas más profundas toman muy en cuenta los apretados contactos entre algunos puertos del occidente cubano –en especial el de La Habana—con el Puerto de Veracruz, enclave este donde por años hubo de escenificarse un intenso movimiento migratorio desde La Habana a la rada jarocha, amparado en un importante flujo y reflujo mercantil entre ambos puertos, por lo que en nada debe sorprendernos la presencia, en años tempranos, del danzón allí.

En esta significativa e importante interacción entre ambos surgideros, se destaca la presencia activa de músicos cubanos en Veracruz, en su inmensa mayoría dedicados fundamentalmente a los oficios de artesanos y a la fabricación de habanos, pero siempre buscando tiempo para el cultivo de la música; entre ellos están los hermanos Ramírez –Juan, Asensio, Manuel y Luis–, en gran parte, dedicados a torcer habanos, pero que encontraron horas suficientes para organizar la orquesta de Los Chinos Ramírez, agrupación en la cual, además de ellos, destacaron los cubanos Eulogio Veitía en el contrabajo y Quiroz en el figle.

En algunos trabajos se relaciona también otra agrupación danzonera surgida por esos años en Veracruz y que también alineó a músicos cubanos emigrados, como el violinista y clarinetista campechano —de ascendencia cubana— Severino Pacheco, que alineó también en sus filas al virtuoso trompetista habanero Albertico Gómez. Asimismo, el ya citado académico García Díaz confirma que en esta orquesta cobraron significativo relieve los músicos cubanos José D. Novas y Aurelio Valdés, clarinetistas, Eulogio Veitía en el contrabajo, y como timbalero Mateíto Brindis de Salas.

Como se podrá observar, el formato instrumental configuraba el clásico en uso para la interpretación del danzón en Cuba, si bien en la isla, a principios de los años veinte del siglo pasado, había caído en desuso para dar paso a las denominadas orquestas charangas. Aún, con algunas variantes y ampliaciones, la base instrumental y timbrica de las danzoneras mexicanas —quizás hoy más cercanas al formato jazzband—, se conservan el redoble característico de un timpani o timbal con caja de cobre y, en ocasiones, el singular acento melódico del clarinete a la manera cubana de finales del siglo XIX y principios del XX.

Algunos aspectos tratados sin duda conducen a ciertas interrogantes, por ejemplo, ¿por qué en Veracruz y luego en una buena parte de México, el danzón prendió con tanta intensidad en el gusto del público? Sin dudas, el ya socorrido por nosotros entrecruce de los siglos XIX y XX, muestra un Veracruz en plena efervescencia económica, gracias a un creciente intercambio comercial entre su puerto y el de una buena parte del mundo, incluyendo por su puesto el de La Habana. Estas acciones sedimentaron espacios interactivos entre la música y costumbres cubanas y jarochas. Por ello el danzón fue ganando en aceptación entre los veracruzanos, primero en sectores sociales humildes y algo después en los saraos de los grandes salones. Ello en parte contribuyó a que en los primeros años de la centuria finalizada, los veracruzanos adoptaran al danzón como ritmo plenamente local y que poco a poco se fuera irradiando al interior del país.

Resulta probable que en ello influyera, entre muchos otros importantes aspectos, que el llamado cinquillo cubano, o cinquillo americano —como algunos prefieren llamarle—, figura rítmico-musical esencial en la composición del danzón y de clara ascendencia bantú-dahomeyana, entonces asimilada en Cuba, le resultaba familiar a los jarochos luego de experimentar la composición étnica de Veracruz, desde fructíferos procesos de evidente afromestizaje. En parte, este proceso resulta incuestionable deudor de la presencia de negros libres o esclavos, emigrados o importados desde Cuba para asumir las duras faenas del puerto jarocho.

Como parte de estos argumentos nos apoyamos en la siguiente cita: “[el desparpajo corporal de jarochos y jarochas, así como la efervescente vida social en plazas y parques del Veracruz actual, solo pueden explicarse en parte por la presencia de los negro y mulatos, que desde hace más de trescientos años han salpicado con su jícamo la traza urbana de esta ciudad […]”.

Por otra parte, el musicólogo y compositor de origen cubano Natalio Galán (1917-1975) apunta con acierto: “[ (el danzón) a pesar de estar alejado de toda africana en lo coreográfico […] se entregaba a una elaboración de pareja enlazada […] el cinquillo de sus comienzos fue habitual en un toque de santos […] sin menospreciar en la última parte, una rumba agitada que el son oriental compartirá en la república […]”.

Sin lugar a dudas, Galán alude de forma muy directa a la significativa creación de danzones realizada por los emblemáticos músicos cubanos de inicios del siglo XX, Enrique Peña (1881-1924), Felipe B. Valdés (18¿?-19¿?), PabloValenzuela (1859-1926) y José Urfé (1889-1957), quienes entre los años 1905 y 1910 en algunas de sus composiciones danzoneras llevadas al disco fonográfico, enunciaban algunos movimientos soneados en la parte final de sus danzones, dando lugar al destape de la hasta entonces presencia, si bien subyacente, del son oriental en la capital cubana, en fechas tan tempranas como el año 1905.

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